En este blog, he ido rescatando muchos de ellos, como por ejemplo el de Caaveiro,Carboeiro,Monfero,
San Pedro de Rocas, Aciviero,Trandeiras,San Xusto, etc,etc…
En algunos las leyendas asociadas al lugar son relamente curiosas y apasionantes, pero en el caso de este que os traigo hoy, dicha leyenda, aparte de ser realmente bonita, ha servido como base para muchas otras recogidas a lo largo de todo el país e incluso de otros lugares de Europa. Se trata del Monasterio de Santa María de Armenteira, sito en la pequeña localidad del mismo nombre, en el concello de Meis(Pontevedra), y que goza de una serie de atributos naturales, históricos y geográficos que la hacen única. El monasterio se erige en la ladera del llamado Monte Castrove y preside con su imponente estampa toda aquella preciosa zona.
Se trata de una de las abadías más importantes de Galicia, que a la vez está considerada como uno de los mejores exponentes del románico gallego, en donde se mezclan a su vez varios estilos armoniosamente (estilo cisterciense con características del románico gallego y ciertos elementos mozárabes) Está declarado Monumento Histórico Artístico.
El primer cenobio fue fundado por el célebre abad San Ero en el año 1150.
De San Ero os hablaré mas detenidamente tras dar algunos datos históricos y arquitectónicos de esta magnífico templo.
Tras la fundación original a mitad del siglo XII, paso rápidamente a pertenecer a la Orden Cisterciense, allá por 1162, denominándose Santa María de Armenteira .Poco después se iniciarían las principales obras del monasterio, entre ellas la de la iglesia. Se conserva en perfecto estado la iglesia, la muralla exterior y otras dependencias como el claustro. La iglesia fue construida en 1167 y recuerda modelos benedictinos muy sencillos, sobre todo a lo largo del Camino de Santiago. La portada es realmente magnífica. Del rosetón se ha dicho que es uno de los más bellos que se hayan visto jamás ,ya que parece abrirse como una flor. Además, por su carácter marcadamente geométrico, manifiesta tener influencias mudéjares.
En su interior tiene relevancia el sepulcro de don Alvaro de Mendoza y Sotomayor, con su enorme escudo de armas y estatua yacente, envuelto en su largo manto y armado con su espada.
Las esculturas de san Benito y san Bernardo proceden del taller compostelano de José Ferreiro, que era el escultor más famoso de Galicia en el siglo XVIII. También procede de su taller el llamado Cristo de la Paciencia, al que se le tiene devoción muy arraigada entre los fieles de la comarca. En la iglesia hay también un grandioso y macizo baldaquino de granito, que puede datarse al final del siglo XVIII y que es una réplica muy singular del modelo de Bernini.
El baldaquino sirve de amparo a la imagen de Nuestra Señora, que lleva el curioso título de la Virgen de las Cabezas.
Y es que en este templo, todos los Lunes de Pascua, son muchos los vecinos que se acercan hasta aquí, a pie, siguiendo el camino de los antiguos peregrinos, para honrar a la "Virxe das Cabezas". La tradición dice que hay que asistir a misa con una imagen de cera sobre la cabeza. Es una forma de honrar y dar gracias por todo lo concedido. A esta Virgen, tal y como su nombre indica, se le atribuyen cualidades benéficas relacionadas con la cabeza, y por lo tanto muchos fieles con problemas como cefaleas, migrañas, e incluso enfermedades más graves relacionadas con la cabeza, se acercan a pedirle a la Virgen su intercesión para la cura de sus males. Es común el ver en el altar diversos exvotos con forma de cabeza, ya que ésta, es la forma de que los fieles pidan a la Virgen por su curación.
El claustro actual es un conjunto construido entre 1575 y 1778 y se encuentra adosado a la iglesia a su costado meridional. Es de forma cuadrada, de muy austera estampa y tiene dos plantas. Las pandas del piso bajo son básicamente renacentistas y se construyeron desde la citada fecha de inicio hasta 1677. Las bóvedas de esta planta inferior son de crucería (resabios góticos en plenos siglos XVI y XVII) y son de variada complejidad según en la panda en que nos encontremos. La comunicación de los pasillos con el patio se hace mediante grandes arcos de medio punto. Es realmente espectacular, la vista desde cualquier punto del mismo.
Como decía al principio, todo este conjunto artístico y religioso, fue fundado por Ero. De él os quiero hablar a continuación. Ero, fue un noble caballero que vivió y floreció en el reino de Galicia y en esta tierra de Armenteira, en donde tenía su palacio. Estudió artes liberales y como militar estuvo al servicio del emperador Alfonso VII. Casado con una dama de idéntica posición a la suya y sin haber podido tener descendencia, en un sueño se le apareció la Virgen y le aseguró ser voluntad de Dios darles, en lugar de un hijo que pedían para heredero, un gran número de hijos espirituales que heredasen sus bienes y casa. Don Ero y su mujer acataron la voluntad divina y él comenzó a vivir en soledad en una ermita. Por su parte, la mujer de Ero y algunas dueñas y damas suyas se retiraron a una especie de monasterio que mandó construir su esposo.
Pasó el tiempo y Fray Ero mandó emisarios a san Bernardo, abad de Claraval, en Francia y éste, en 1149 envió cuatro monjes con los que iniciar la fundación de un monasterio, del que don Ero sería su primer abad.
De este modo nace el maravilloso Monasterio de Santa María de Armenteira. Si por algo ha pasado Ero a la historia, es por la increíble leyenda que ya el Rey Alfonso X el sabio cuenta en una de sus famosas cantigas.
Dice la leyenda que Ero acostumbraba a salir algunos días para solazarse un poco, caminando por el bosque que había en el declive del monte Castrove, próximo al monasterio por él fundado. Como os decía, el rey Alfonso el Sabio, en una de sus famosas Cantigas de Santa María (la número 103), cuenta como San Ero entró un día en una huerta a la cual iba muchas veces, y en ella encontró una fuente de agua clara y murmurante que parecía ofrecerle un apacible reposo a la sombra de un frondoso árbol. Cerró los ojos beatíficamente el anciano abad, pues había recorrido ya muchos años después de ser elegido, y como es costumbre, rogó a Nuestra Señora: -¡Oh, Virgen! ¿Qué será el Paraíso? ¿Y no podría verlo antes de salir de aquí, yo que te lo he rogado? Entonces, en el árbol bajo cuyas ramas frondosas descansaba el santo Ero comenzó a cantar un pajarillo. El canto del pajarillo era de sonido tan agradable y armonioso, que el anciano monje se olvidó del tiempo que pasaba y se quedó allí sentado sobre la blanda hierba, al pie de la fuente que susurraba, escuchando embelesado aquel canto y aquella armonía.
Y así pasó sin darse cuenta trescientos años, pareciéndole que no había estado sino muy poco tiempo. Después de levantarse el anciano abad, se encaminó hacia el monasterio, pero al llegar, se encontró con un gran pórtico que nunca había visto, y dijo: -¡Ay, santa María me valga! ¡Éste no es mi monasterio! Con todo, entró en él y los monjes al verle sintieron gran pavor; y el prior le preguntó: -Amigo, ¿Quién sois vos? ¿Qué buscáis aquí? Cuando supieron lo que a don Ero le había acontecido, el abad y los monjes todos, exclamaron asombrados: "¡ Nunca tan gran maravilla como Deus por este fez polo rogo de sa madre Virgen santa de gran prez!" En ese momento Ero, cuando se da cuenta de lo ocurrido, cae fulminado a los pies de los monjes. A partir de ahí vuelve a darse un nuevo misterio, ya que la tumba de Ero, a día de hoy aún no ha sido encontrada.
Pero la leyenda del santo Ero conecta directamente con otro arquetipo Celta, el llamado Paradisus Avium, el paraíso de los pájaros. Según la tradición Celta los pájaros pueden ser mensajeros de Otro Mundo. El mito de los pájaros del inframundo lo encontramos por ejemplo en el relato irlandés Sergigle Con Culainn ( la enfermedad del Cuchuláinn) que narra el encuentro del guerrero Cuchaláinn con unos cisnes que resultaron ser hadas de Otro Mundo, o también en el texto galés Mabinogion que nos habla de los pájaros de Rhiannon (diosa galesa de los caballos) que asentados en la Bahía de Cardigan, son capaces de matar los vivos y resucitar los muertos con su canto. También el folclorista bretón Anatole le Braz recoge en su obra La legende de la mort chez le bretons armoricains, la creencia en un paraíso cuya entrada está guardada por aves cantoras.
La catedrática M.J Green explica como los pájaros por su habilidad para dejar la tierra volando, se identifican con la creencia de que el espíritu humano abandona libremente el cuerpo cuando este muere y de esta manera las deidades del Más allá se asocian con frecuencia con los pájaros. A Cliodna irlandesa tenía tres pájaros mágicos que podían curar con su canto, el mismo carácter tendrían los tres pájaros de Rhiannon que simbolizan la vida después de la muerte. Esta idea se materializa después en el simbolismo cristiano medieval.
Estos mitos fueron cristianizados posteriormente y así los volvemos a encontrar en la historia del viaje del santo irlandés del siglo VI San Brandán, a Navigatio Sancti Brandani, en la que se describe una isla llena de árboles en las que se posaban infinidad de pájaros que eran ángeles caídos. También en el relato bretón referente al monje Yves, quien buscando leña en el monte escuchó el canto de un pajarito que estaba posado en la rama de un árbol y quedó embelesado por la melodía, el monje persiguió al ave durante todo el día y al regresar al monasterio los monjes no lo reconocieron pues durante este breve período de tiempo habían transcurrido 300 años.
Y el mismo mito lo encontramos de nuevo en la extraordinaria historia de el abad de Virila. Esta vinculación entre pájaros y paraíso es la que podemos ver en la leyenda de San Ero de la Armenteira.
En 1963, se constituyó la “Asociación de Amigos del Monasterio de Armenteira”, bajo la presidencia de un hijo de don Ramón María del Valle Inclán, (Carlos) con el propósito de reconstruir sus arruinados edificios, tomando posesión de él las monjas cistercienses.
A día de hoy se puede visitar tanto por dentro como por fuera, siendo una delicia el paseo por sus estancias y rincones. La monjas elaboran jabones de diversos tipos que tienen mucha fama y aceptación en la zona. Si duda es un lugar especial, cargado de misticismo, de magia, de misterio. Un enclave único que os recomiendo visitar si os dejáis caer por aquella zona. Y quien sabe, quizás alguno de vosotros, si lo intentáis con fé y ainco, podáis dar con la enigmática y desaparecida tumba de San Ero. En este video, podéis ver algunas zonas del Monasterio como el claustro y la Iglesia. Sin más me despido, agadeciendo de nuevo vuestra atención e interés. Fotografía y edición por Karkallón. Fuente consultada. Libro "A Nosa Señora da Lanzada" de Rafael Quintía Perez.
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